22 julio 2009

La tragedia de Hasankeyf


Por
Renata Vázquez (La Vanguardia). Fotografías de John Wreford.

Hasankeyf es una pequeña localidad al sudeste de Turquía, muy próxima a la frontera con Siria e Iraq. Con una historia de más de 9.000 años, hoy en día es un pequeño pueblecito a orillas del Tigris. A pesar de su modesto y depauperado aspecto, ha sido a lo largo de los siglos un enclave de gran importancia comercial y estratégica.

Su atractivo turístico reside en la ciudadela antigua ubicada en lo alto de una colina, que se comunica con el Tigris a través de unas escaleras escavadas en roca, y con la otra orilla a través de un puente, del que tan sólo se pueden apreciar sus ruinas. En la ciudadela aún pueden visitarse no sólo los restos de las antiguas viviendas, sino también las ruinas de un antiguo baño y de la mezquita llamada "Ulu camii" construida sobre una antigua iglesia, y la fortaleza bizantina que da nombre a la ciudad. Asimismo, en el interior del pueblo pueden verse dos antiguos minaretes, las ruinas de mezquitas y de dos complejos religiosos (külliye) y tumbas de algunos santos locales.


Hasta la I Guerra Mundial, los cristianos siríacos (que los locales llaman süryani) y los musulmanes convivían en esta localidad, por lo que aún se pueden visitar las ruinas de una pequeña iglesia, y lo que queda de otras excavadas en piedra. Estas últimas están totalmente vacías, pero quedan los huecos en los que colocarían las figuras y las velas. En la actualidad la población es musulmana, aunque conviven dos grupos étnicos diferentes: árabes y kurdos.
La ciudad de Hasankeyf, en la que tantas civilizaciones han dejado su huella (en esta zona es especialmente llamativa la influencia aramea) después de la conquista mongola del siglo XIII y como otras ciudades de la zona, como Mardin, Siirt y, hace tiempo, también Diyarbakir, y los beduinos de la zona de Urfa, se convirtió en una isla de población de habla árabe, en medio de un mar de población rural de origen kurdo.


Por ello, en Hasankeyf se habla un particular dialecto árabe ligado con los dialectos conservadores de Mesopotamia, muy próximo al árabe clásico, aunque desgraciadamente se encuentra en peligro de extinción. Muchas familias mixtas optan por el kurdo como lengua diaria, por ser la dominante en la región, por lo que el número de hablantes del árabe ha descendido notablemente.

En la zona aledaña a la fortaleza y repartidas por todo el valle, hay decenas de cuevas excavadas en la montaña, en las que visitantes procedentes de la vecina ciudad industrial de Batman, así como los escasos turistas extranjeros que visitan la ciudad, hacen picnic en las tardes soleadas de primavera y verano, gozando de un entorno y unas vistas incomparables. Los habitantes del pueblo residieron en ellas hasta tiempos recientes, cuando el gobierno turco construyó casas y un nuevo puente para cruzar el río.


Algunos lugareños han abierto pequeñas cafeterías en algunas de las antiguas cuevas, donde se puede tomar un delicioso té turco mientras que se admira la majestuosidad del Tigris y un escenario natural único. Acompañados por encantadoras melodías kurdas y árabes, y la compañía de algún amable vecino que nos explicará muchos detalles de la ciudad, así como su historia. Los niños también gustan mucho de contar a los turistas la historia del pueblo que aprenden de memoria en la escuela.

Sin embargo, no todo es maravilloso en Hasankeyf. El gobierno turco tomó la decisión de construir la presa de Ilisu hace 40 años, enmarcada dentro del llamado Proyecto de Anatolia Oriental (GAP), un conjunto de obras públicas (no sólo obras hidráulicas, sino también infraestructura, centros sanitarios, escuelas, etc.) orientado al desarrollo del este de Turquía, con el objetivo de eliminar las diferencias económicas entre el este y el oeste del país.

Dicha presa, inundaría el valle en el que está asentado Hasankeyf, por lo que la población tendría que ser desplazada a otro lugar en la orilla opuesta del río y prácticamente todo su patrimonio histórico quedaría sumergido bajo las aguas. Los expertos piensan que la mayoría de los monumentos no podrán ser transportados a un lugar seguro, y tan sólo un 20% del terreno ha sido estudiado por arqueólogos. Según éstos, el asentamiento podría contener algunas joyas arqueológicas aún por descubrir. Además, al ya mencionado impacto social y arqueológico, ha de añadirse el medioambiental.

Muchos colectivos se han mostrado en contra de la construcción de la presa, pero el gobierno de Ankara es firme y ha decidido seguir adelante con el proyecto. Se ha intentado buscar una alternativa, pero no parece haberse encontrado. Empero, debido al alto coste que esta obra entraña, el gobierno turco ha de contar con la colaboración de compañías y capital extranjero, lo que ha hecho que su realización se haya demorado durante cuatro decenios. El último capítulo hasta la fecha de esta larga historia tuvo lugar a finales de 2008 cuando fue retirado el apoyo de los países europeos involucrados, pues creen que Turquía no está cumpliendo los estándares requeridos por la ONU y el Banco Mundial.

La desesperación de muchos no se debe sólo a la próxima inundación de su localidad, sino también al hecho de que durante 40 años no han podido abrir nuevos negocios, crear nuevas viviendas, ni invertir en su tierra natal. Todo debido a que la zona en la que Hasankeyf está emplazada es un lugar protegido por ley desde 1978 (incluido el sitio en el que el gobierno construyó las casas que constituyen el pueblo actual), argumento que esgrimen muchos activistas que intentan frenar la construcción de la presa. De acuerdo con dicha ley la construcción de la presa sería ilegal. A pesar de los esfuerzos de muchos, la población del lugar ha ido descendiendo lenta pero inexorablemente.

No obstante, la presa no afectaría sólo a esta región de Turquía, sino también a Siria e Irak. Diversas presas construidas en Turquía sobre los ríos Tigris e Éufrates han iniciado una "guerra del agua" en la región, en el marco de la cual han de entenderse los problemas entre Siria y Turquía. La ley internacional no regula el uso de las aguas de los ríos, por lo que Siria e Irak dependen del uso que le dé Turquía al agua del Tigris y el Éufrates, y muchos han especulado que Turquía podría utilizar el control de tan preciado elemento como arma política.

Según el gobierno, el proyecto de la presa de Ilisu contribuirá al desarrollo de la región y creará alrededor de 10.000 puestos de empleo, además de proveer con energía hidroeléctrica a la zona, aumentaría irrigación de una amplia área, aumentando la producción agrícola. También generaría una media de 3.833 billones de kWh, y siendo capaz de almacenar 11 billones de metros cúbicos de agua, con una vida media de entre 80 y 100 años.

[Fotografías de Hasankeyf por John Wreford (c): http://www.hasankeyf.blogspot.com/]

[Fuente: La Vanguardia]

2 comentarios:

Renata dijo...

Muchas gracias por publicar mi artículo en tu blog! :)

Alejandro Pérez Ordóñez dijo...

Gracias a ti, Renata. Saludos :-)