El espléndido panorama que contempló Alejandro Magno desde la fortaleza de Hasankeyf hace más de 2.000 años podría desaparecer dentro de poco si Turquía lleva adelante sus planes para construir un enorme embalse en el río Tigris, en la abigarrada provincia de Batman, de mayoría kurda y árabe
La faraónica idea de construir la presa de Ilisu surgió hace 40 años, pero la amenaza no se ha concretado hasta ahora. Los planes prevén que cuando entre en funcionamiento, hacia 2013, se convierta en la mayor central hidroeléctrica del país, suministrando el 10% de la energía que consume Turquía.
El Fondo Mundial de Monumentos ha incluido a Hasankeyf en la lista de los cien lugares históricos más amenazados del planeta, en un intento de alertar a la sociedad del peligro que se cierne sobre la ciudadela, ya abandonada en lo alto de la montaña, y sobre el fértil valle que está a sus pies. Allí se puede encontrar un gran número de monumentos edificados por las civilizaciones que han dejado su huella en la zona durante los últimos 10.000 años.
Un consorcio europeo y estadounidense construirá el embalse en cinco años si nadie detiene el proyecto. La Campaña contra la Presa de Ilisu, una organización creada para combatir el embalse, sostiene que la energía que se generaría no bastaría para satisfacer las necesidades del país y recomienda que la inversión se destine a energías alternativas. También denuncia que la red es "muy deficiente" y mucha energía que se produce simplemente "se pierde".
Además advierte de que habría unos 78.000 desplazados que viven en el área, que sería anegada por el agua, sin contar con el hundimiento de "centenares" de lugares históricos.En las últimas semanas han corrido rumores de que varias industrias europeas que se han implicado en el proyecto han decidido dar marcha atrás ante las protestas de los grupos ambientales, pero este extremo lo ha negado Mustafa Gundogdu, del Proyecto Kurdo de Derechos Humanos.
Hace treinta años, las autoridades obligaron a toda la población que vivía en las montañas a asentarse en el valle, donde cultivan los verdes campos que riega el agua del Tigris. Pero parte de la población decidió emigrar a las grandes ciudades de Batman e Izmir e incluso al extranjero, en busca de trabajo. Una ironía del destino haría que ahora la población que vive en la nueva Hasankeyf, al borde del río, tuviese que volver a abandonar sus hogares si no se detiene el proyecto de la presa de Ilisu, yéndose otra vez a Batman, Izmir o al extranjero.
Además, si las aguas anegan el valle, desaparecerían decenas de monumentos de distintas épocas, como un viejo puente árabe del que apenas quedan dos venerables pilones, la mezquita Al-Rizk, que fue construida por el sultán kurdo Suleyman, o tumbas y mausoleos de varios personajes históricos.
El Gobierno turco ha dicho que destinará 30 millones de euros a salvar algunos monumentos, aunque esto no ha calmado los ánimos de la población, que por encima de todo quiere conservar las casas y las tierras que se perderían con el embalse.
La ciudadela de Hasankeyf fue construida por la dinastía ayubí (1171-1250) que fundó Saladino, de origen kurdo, en la primera mitad del siglo XIII. Una antigua leyenda atribuye el nombre de Hasankeyf a un árabe llamado Hasan que fue condenado a la pena de muerte. Hasan pidió como último deseo que le dejaran cabalgar por la plaza de armas de la ciudadela sobre su hermoso caballo. El deseo le fue concedido y el valiente Hasan saltó las murallas y despeñó su corcel sobre el río Tigris, que discurre bajo un acantilado de 150 metros.
El caballo murió pero el caballero logró salvar la vida milagrosamente y huyó. La gente que vio la escena exclamó sorprendida "Hasan, ¿cómo?", que en árabe se dice "Hasan, keyf?", y de aquí tomó su nombre la ciudad.
[Texto de Eugenio García Gascón, diario Público. Fuente: FECYT]
1 comentario:
Desconocía este hecho, uff, esperemos que Turquía recapacite...
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