12 abril 2007

El Neoimpresionismo, la eclosión de la modernidad

Georges Seurat, 'Poseuse de profil', 1887, Musée d Orsay (París)Del 18 de abril al 10 de junio de 2007, en la Sala de Exposiciones del Instituto de Cultura de la Fundación MAPFRE (Madrid) se muestran 75 óleos neoimpresionistas en la que es la primera gran revisión de este movimiento pictórico en España, la exposición titulada El Neoimpresionismo, la eclosión de la modernidad. Los comisarios de la exposición son Serge Lemoine, Presidente del Musée d'Orsay de París, y Josep Casamertina i Parassols.
En 1886 Félix Fénéon, crítico de arte francés, acuñó en París el término neoimpresionismo para designar el estilo pictórico creado algunos años antes por George Seurat (París, 1859 - París, 1891). En realidad, lo que este artista había introducido, como reacción al impresionismo, el cual consideraba demasiado intuitivo y falto de racionalidad, es lo que de manera más precisa se llamó también puntillismo (pintura en puntos de color que se aplicaban sobre la tela de forma sucesiva) o divisionismo (pintura en áreas separadas de color), estilo en el que profundizó más su seguidor Paul Signac.
Esta exposición que la Fundación MAPFRE ha organizado en estrecha colaboración con el Musée d’Orsay de París quiere incidir en la trascendencia de este movimiento, incluso más allá de las fronteras francesas. Con este fin, ha logrado reunir más de 75 óleos de los principales representantes del movimiento, tanto de la vertiente francesa, como belga, donde los integrantes del Grupo de los XX adoptaron la técnica, e incluso española, a través de la figura de Darío de Regoyos. Además, se contempla la influencia del neoimpresionismo en otros movimientos contemporáneos, de los que serán buen ejemplo las obras de artistas como Camille Pissarro, Henri-Edmond Cross, Maximilien Luce, Henry Van de Velde, Theo Van Rysselberghe, Jan Toorop, Maurice Denis, Erich Heckel, Kart Schmidt-Rottluff, Edouard Vuillard, Alexej von Jawlensky, Jean Metzinger, Wassily Kandinsky, Gino Severini, Luigi Ryssolo, Paul Klee o Bridget Riley, entre otros.
El recorrido por la muestra se ha planteado siguiendo criterios estéticos y de técnica, sin tener en cuenta las nacionalidades de los artistas, de manera que se inicia con un grupo de obras marcadas por el espacio plano, que rompe con la perspectiva renacentista, dentro del que se ubican seis obras de Seurat. Por su parte, los otros apartados en los que se han organizado las piezas, analizan ideas como el ritmo, la geometría, la luz o el color.
En España es la primera vez que una exposición se vuelca de manera tan exhaustiva en analizar este movimiento, lo cual es ya algo suficientemente destacable, pero es que además, la muestra tiene como uno de sus principales atractivos la novedad de poder contemplar juntas seis pinturas de Seurat. El creador francés, obsesionado por la preocupación de controlar de manera científica las propiedades físicas del color y del espacio, llegó a completar el proceso de disolver gradualmente los planos de color en partículas cada vez más pequeñas, siempre a través del análisis de la luz. A diferencia de los impresionistas, de los que se consideraban continuadores a pesar de propugnar un arte mucho más intelectual, los neoimpresionistas necesitaban un método exacto para todo lo que hacían y negaban el valor de la intuición y de la experiencia visual defendida por sus predecesores. El empleo de colores puros trasladados directamente al lienzo, donde seguían permaneciendo en estado puro y la mezcla óptica en el ojo del observador, que es capaz de obtener un número infinito de matices a cierta distancia de la obra, era la base de su técnica y había sido aprendida por Seurat y el resto de sus compañeros admirando la obra del maestro Delacroix, uno de sus grandes referentes junto a las teorías del color de estudiosos como Michel Eugène Chevreul. Tras la muerte de Seurat fueron muchos los que siguieron trabajando a partir de sus supuestos, que sin embargo nunca llegarían a formar una teoría coherente, en parte debido a la racionalidad científica que pretendían y que difícilmente puede convivir con las razones emocionales que suelen dictar al arte. No obstante, los posos de su paso por la historia de la pintura sirvieron de influencia para algunos importantes artistas que lograron aunar razón y sentimiento en sus trabajos.
[Fuente: MásdeArte.com]

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