Una tropelía
Fermín Bocos
06/09/2005
Veo en la lucha de los alumnos y profesores de Historia del Arte para que este antiguo saber no desaparezca sumergido bajo las aguas de otras disciplinas universitarias, la última causa justa y romántica de este tiempo de mercantilismo rampante que nos ha sido dado vivir. Quienes desde el poder -a la hora de imaginar el futuro- han decidido relegar las Humanidades al último rellano de los planes de estudio, y dentro de ellas colocar la Historia del Arte como realquilada en la buhardilla de Geografía e Historia, nos están dando la medida de una falta de sensibilidad que resulta patética. Lo digo en el sentido más antiguo de esta expresión; sentido que doy por hecho que se perderá con el correr del tiempo si, como parece, los estudios de Humanidades van a seguir la suerte reservada a los jarrones chinos en las casas de los nuevos ricos.
Ignoro si la señora ministra de Educación ha tenido un minuto para pensar cómo sería la España de la próxima generación de españoles expertos en 'navegar' por Internet pero ignaros en el conocimiento de la peripecia de Jasón, Odiseo o Colaios de Samos, por citar a los primeros navegantes de verdad de nuestra historia mediterránea; peripecia inmortalizada, por cierto, por escultores, orfebres y pintores a lo largo de los siglos.
Decía el maestro Elie Faure que el arte es la expresión de la vida y que es tan misterioso como ella misma. Claro está que para entender estas cosas hay que ver algo más que los telediarios del día. No hay 'opa' hostil en la Historia del Arte que va a desaparecer de los planes de Enseñanza del Gobierno Zapatero, quizá por eso no hay mención alguna de ese mundo injustamente preterido en las portadas de nuestros medios de comunicación.
Vivimos un tiempo sin memoria histórica, quizá porque algunos de nuestros gobernantes tienen poco -vivido o leído- que recordar, pero eso no les concede derecho a programar el vacío mental en materia de arte para las gentes que están ahora mismo entrando en la Universidad.
Triste papel el de una ministra que, de no remediar el desaguisado, pasará a la historia como aquella persona que, por falta de sensibilidad o de entereza para enfrentarse a la 'tecnoburocracia' que anida desde hace años en el Ministerio de Educación, va a permitir la liquidación de la Historia del Arte como carrera específica. Sepa la señora ministra que el arte nos permite descubrir al hombre y, a través de él, al universo. No sé yo si de todos los demás saberes podría decirse lo mismo. A ver si entre canasta y canasta vespertina el presidente Rodríguez Zapatero tiene un minuto para pensar sobre estas cosas. Parece mentira que quien se ha criado a la sombra de la catedral de León y con obra de Gaudí cercana pueda estar amparando semejante tropelía.
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