Siguiendo a Vicenç Furió («La Historia del Arte: aspectos teóricos y metodológicos», en: Introducción a la Historia del Arte. Fundamentos teóricos y lenguajes artísticos. Col. Temas Universitarios. Barcelona: Barcanova2, 1991, p. 3), decir que: «La Historia del Arte, por tanto, pretende realizar una reconstrucción tan objetiva como sea posible de todos aquellos aspectos que contribuyan a comprender la forma y la función original de las obras de arte, lo que supone lógicamente estudiarlas en relación con las circunstancias en que fueran realizadas.»
La Historia del Arte considera, en primer lugar, las obras de arte como un hecho histórico, cuyos motivos, propiedades y consecuencias trata de reconstruir el historiador del arte, valorándose como historiador y que enlaza con una parcela de la Historia General, que es la Historia de la Cultura. Pero, a su vez, como historiador del arte debe tratarlas como un hecho artístico, considerando sus valores formales y estéticos que la vinculan con la crítica, la Filosofía del Arte o Estética, o con la dimensión social del fenómeno a través de la Sociología del Arte. (...)
La Historia del Arte tiene como reto, a través de sus profesionales, demostrar la cientificidad de sus aportaciones a través de la calidad, importancia, trascendencia y difusión social de unas investigaciones cuyo rigor metodológico, basado en fundamentaciones documentadas y contrastadas, la revalorizan como disciplina científica.
La Historia del Arte, con una marcada personalidad propia en torno al análisis del fenómeno artístico, debe nutrirse de otras ramas del saber (Historia, Economía, Filosofía, Religión, Mitología, etc.), cuya amplitud de conocimientos, derivados de la propia complejidad que lleva inherente la búsqueda de esa pretendida realidad del objeto o manifestación artística, la convierten de hecho en una ciencia interdisciplinar más que multidisciplinar. Interrelacionadas con la Historia del Arte, pero de concepción y objetivos distintos, se nos presentan las disciplinas teóricas de la Estética y la Crítica de Arte. La primera, como rama filosofal que estudia la belleza y la dimensión sensible de la realidad y la naturaleza. La segunda, en la formación de juicios de valor sobre el arte o, más concretamente, en expresar por escrito la opinión individualizada de acontecimientos artísticos contemporáneos. El historiador del arte no podrá ignorar ninguna de ellas, dados los vínculos existentes con la producción artística de la época tratada o investigada. En el caso de la Crítica de Arte, cuyo origen hay que buscarlo en la Francia de la segunda mitad del siglo XVIII, en los comentarios de Diderot a los Salones parisinos, su finalidad es valorar y difundir a través de los medios de comunicación las manifestaciones artísticas. Como actividad profesional, deberá estar cotejada por el conocimiento del acaecer contemporáneo, un fuerte bagaje de la Historia y Teoría del Arte y, cómo no, del dominio de los distintos lenguajes audiovisuales, especialmente el escrito [RAMÍREZ, Juan Antonio, Cómo escribir sobre arte y arquitectura, Col. Cultura Artística 3, Barcelona, Serbal, 1996], donde quedarán expresados los distintos juicios de valor, velados o no, por el grado de objetividad (conocimiento de la Teoría e Historia del Arte) o subjetividad (el caso de Baudelaire, parcial y apasionado) empleado en la crítica. [RAMÍREZ, Juan Antonio, «La Historia del Arte como género(s) literario(s)», en: Actas Simposio El historiador del arte hoy, Soria 1997. Soria, CEHA, 1997, pp. 47-66.]
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