Aspecto actual de la torre principal del Castillo de Matrera (Villamartín, Cádiz), tras su restauración. [Foto: Carquero Arquitectura] |
Cuando hace unos pocos años, se anunció la restauración de la Torre del Homenaje del castillo de Matrera (Villamartín, Cádiz), nos congratulamos de la iniciativa, pues sin duda era una de las estructuras patrimoniales con mayor peligro de pérdida irreparable de toda la comarca. Uno de nuestros miembros ya denunció el deplorable y peligroso estado de la torre a principios del decenio pasado. El colapso y derrumbe de sus bóvedas en 2013, mientras se aprobaba el segundo proyecto de restauración, ya que el primero había sido rechazado por la Comisión Provincial del Patrimonio Histórico de Cádiz (puede verse la correlación de hechos y fechas en el BOPA 278 de 03/08/2013), agravaron su ya precaria situación.
La terminación de las obras de restauración a principios de este año, ha generado una viva polémica que, convertida en viral por los medios y las redes sociales ha traspasado el ámbito comarcal para convertirse en nacional e internacional.
Aspecto de la torre del homenaje del Castillo de Matrera previo a la restauración. [Foto: Alejandro Pérez Ordóñez] |
A la vista por un lado, de los resultados de estas obras de restauración y por otro la amplitud de la controversia originada por las mismas, esta asociación quiere expresar su posicionamiento ante la lamentable situación creada por lo que realiza las siguientes puntualizaciones:
- El resultado final de las obras de restauración de la Torre del Homenaje del castillo de Matrera distorsiona gravemente la interpretación, lectura y visión de los restos que quedaban del edificio castral, pues la obra nueva prima de tal manera sobre éstos, que se desvirtúa por completo el monumento al que se pretendía proteger. La obra nueva absorbe y en gran parte anula a la obra antigua, por lo que el bien de interés cultural restaurado ha quedado irreconocible. En este sentido no creemos que se cumpla estrictamente con lo estipulado en el artículo 20, punto 4, de la Ley 14/2007 de Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, pues una cosa es “evitar las confusiones miméticas” de las partes nuevas añadidas y otra que sean de tal magnitud que abrumen y casi anulen al bien de interés cultural.
- Todo ello proviene de un proyecto de restauración que consideramos muy arriesgado, excesivamente intervencionista en el monumento y que apunta a un protagonismo de la arquitectura de vanguardia que debería haberse dejado para otro tipo de construcción y no para una restauración de emergencia como era este caso. Decía Cesare Brandi, uno de los mayores ideólogos de la teoría de la restauración moderna, que el restaurador no debe ser “artista” y aquí nos parece que en este proyecto la solución arquitectónica ha sido más importante que el objetivo primordial de conservar el monumento.
- Evidentemente, este proyecto fue aprobado por la Comisión Provincial del Patrimonio Histórico en su momento, por lo que creemos que no se evaluó correctamente el impacto que sobre el bien a proteger iba a tener, primando más a la obra arquitectónica nueva que a las ruinas de la torre. Tampoco parece que se haya tenido en cuenta su impacto visual sobre el paisaje en el que se sitúa la fortaleza, provocando una ruptura del mismo. No es este el sitio más adecuado para plantear el evidente divorcio que parece que existe entre las nuevas teorías de la restauración arquitectónica y muchos profesionales del patrimonio, pero en todo caso es palpable que no hay sintonía tampoco con la sociedad civil que se ha hecho rápidamente eco de la polémica. Ha faltado por tanto, a nuestro juicio, un debate mucho más multidisciplinar, en el que deberían haber tenido voz otros profesionales del patrimonio, no solo arquitectos y arqueólogos (que parece que si los hubo en las fases iniciales del proyecto y estudios paramentales previos), sino también de la restauración pétrea, de la interpretación histórica, del medio ambiente e incluso del paisajismo.
- Hubiera sido mucho más acertado, desde nuestro punto de vista como profesionales del patrimonio que somos, haber realizado una consolidación en profundidad de los restos que quedaban de la torre, dejándola tal y como ha llegado a nuestros días, en una acción de respeto hacia la propia evolución histórica del monumento, conservando la huella que el tiempo había dejado sobre la torre. Estabilizarla, consolidarla estructuralmente y protegerla con impermeabilizantes e hidrofugantes (sobre todo en llagueados, restos de las bóveda, restos de tapiales, etc…) no solo hubiera sido mucho más adecuado desde el punto de vista histórico, sino que hubiera sido incluso más económico que una restauración del calibre de la que se ha efectuado.
- Pensamos que era absolutamente innecesario recuperar la volumetría de la torre, pues tal recuperación ha terminado creando un efecto rayano en lo reconstructivo, aunque se empleen materiales nuevos y diferenciados, lo que entraría en contradicción con el antes citado artículo 20, punto 4, de la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía. No se ha restaurado lo que había llegado hasta nuestros días, sino que se ha recreado la visión que, hipotéticamente, tuvo la torre en alguno de sus momentos constructivos, sin que sepamos cuál de ellos. Hoy día, hay suficientes medios informáticos, incluso muy asequibles, que hubieran ofrecido al espectador la recreación virtual de cómo pudo haber sido la torre, sin tener que transformar los restos de la misma. Con un simple ordenador, situado en el museo por ejemplo, el interesado hubiera podido ver las distintas fases constructivas, su evolución y su progresivo abandono, todo ello sin intervenir sobre los restos.
- Igualmente ocurre con la distorsionada visión que presenta actualmente la torre desde su parte trasera, ya que la construcción de dos grandes contrafuertes ofrecen un panorama confuso que impactan notablemente y contrastan con los restos que realmente quedaban de esta zona. Estos contrafuertes y el coronamiento superior de la obra nueva, que incluso deja un paño antiguo “flotante”, no parecen que terminen de cumplir, por la magnitud de los mismos, con los criterios de reversibilidad impuestos por el art. 20, punto 3 de la Ley 14/2007 de Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía.
- Existen elementos de la obra nueva que son interpretativamente confusos a simple vista, como la coronación del supuesto tercer cuerpo de la torre y el ya citado paño “flotante”, unos casetones que se aprecian en la parte baja interior de la torre o el porqué se ha extraído o diferenciado la merlatura que estaba amortizada en la última fase de construcción o reparación del edificio, falseando una de las etapas históricas que sí había llegado hasta nuestros días. Como se puede apreciar en las fotos anteriores a la restauración, se ha eliminado, bajo la nueva obra, parte de esa etapa constructiva posiblemente realizada por el concejo sevillano en la segunda mitad del siglo XIV. Uno de los preceptos esenciales de la teoría de la restauración es que “La Historia no debe eliminarse”. En consecuencia, creemos que este hecho claramente contraviene lo redactado en el artículo 20, punto 2, de la citada Ley del Patrimonio Histórico.
- Entendemos que la pretensión de dar el color supuestamente original de la torre (imaginamos que en su última reforma del siglo XV) a la obra nueva, no respeta la propia evolución histórica del edificio a la que antes hemos aludido y a la visión que en el último siglo hemos tenido del mismo, a nuestra memoria visual en suma. Uno de los principios básicos de la teoría de la restauración dice que ésta debe ser fácilmente reconocible, aunque invisible desde la distancia a la cual la obra va a ser observada para no romper la unidad que se quiere recuperar. Éste no es nuestro caso, pues su visión, tanto de lejos como de cerca, es tan desconcertante que podríamos intuir que también podría incumplir el artículo 33 de la citada ley que dice que “se prohíbe toda construcción que altere el carácter de los BIC o perturbe su contemplación”.
- Por último, la defensa que se hace desde personas cercanas a la obra de restauración argumentando que esta problemática es una mera cuestión de “gustos”, es totalmente falaz puesto que hay, a nuestro juicio, suficientes elementos técnicos, metodológicos e incluso legislativos que son más que discutibles y que arrojan certeras sombras de duda sobre esta intervención en Matrera.
El Castillo de Matrera y su entorno antes de la restauración. [Foto: Alejandro Pérez Ordóñez] |
[Fuente: Asociación Papeles de Historia]
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