El 23 de noviembre de 1995 se realizó en la Universidad de Granada el primer debate que en materia interdisciplinar aunaba los conocimientos humanísticos y técnicos, entendidos en el sentido clásico, de forma que la suma resultaba un gran paso en el planteamiento científico que hasta entonces se había compartimentado, con sólo puntuales contactos.
Desde el año 2000 se realizan en Granada las bienales universitarias interdisciplinares que como uno de los frutos del espíritu nacido en 1995, se han asentado en el panorama científico de los docentes e investigadores comprometidos con una visión global de la creación artística, la Historia del Arte, el Urbanismo, el Medio Ambiente, la Ingeniería y la Arquitectura, todo ello bajo la correspondiente visión y utilización de la Expresión Gráfica como vehículo de inicio, aporte y transmisión de los resultados de la investigación.
Años más tarde, en septiembre de 2004, se realizó el Manifiesto del Carmen de la Victoria en el cual se plasmaría una visión transdisciplinar de las grandes áreas antes mencionadas, y que se ha convertido en un referente en materia de defensa y uso del Patrimonio, entendido en su sentido más amplio; asimismo, aportaba novedades en cuanto a la calificación y tratamiento de los elementos patrimoniales mediante convención, así como la utilización de la Expresión Gráfica como base y medio.
Resumen de la ponencia:
En un momento en el que el mundo de la conservación del Patrimonio Cultural tiende a expandirse, englobando bienes culturales que antes era impensable proteger, ha llegado la hora de replantearse también el modo en que se documenta, se difunde y se tutela dicho patrimonio. Ahora son intangibles, pero susceptibles de ser protegidos, la cultura oral, las rutas culturales, las tradiciones locales, los ritos ancestrales, etc. aparentemente más difíciles de preservar por su carácter inmaterial.
La arquitectura y la arqueología, sin embargo, se consideran "aceptablemente" protegidas mediante planes y estrategias diversos que en mayor o menor medida mantienen los bienes inmuebles "conservados". Pero sabemos que esta es una realidad compleja ya que los edificios restaurados y rehabilitados sufren alteraciones para adaptarlos a los nuevos usos. Y los restos arqueológicos, por su parte, salen a la luz para devolvernos en parte la herencia del pasado a cambio de exponerse a la atmósfera y recomenzar su lento declive, del que el enterramiento había supuesto una pausa, hacia su desaparición final. En este camino se pierde parte del legado que llega hasta nosotros y, sin duda, los restos materiales son fundamentales, pero la información que aportan sobre las culturas del pasado lo son aún más. Esa información, es la que no puede perderse de ningún modo y es la que debe llegar al público para que éste conozca y valore sus propios orígenes. Por tanto, es esencial recoger esa documentación y convertirla en datos comprensibles, en "objetos digitales comunicativos" fácilmente accesibles para el nuevo espectador del siglo XXI.
En la era digital, la infografía por fin permitirá conservar la información de los bienes culturales para el futuro, acercándolos además al público. Cuando el tiempo no permita ya reconocer la arquitectura, quedarán sus reflejos virtuales. En esta comunicación se expondrán los valores de la infografía digital, sus aplicaciones y la deontología necesaria para hacer de ellos una herramienta científica.
[Fuente: LAAC]
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