Dos años serán necesarios para realizar las obras arqueológicas y arquitectónicas en la Mezquita del Cristo de la Luz, el monumento más antiguo de la ciudad de Toledo y uno de los ejemplos más claros de la convivencia de las tres culturas. El Consorcio de la Ciudad de Toledo, con la colaboración científica del Área de Historia Medieval de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Castilla-La Mancha, acometerán los trabajos necesarios para la rehabilitación de este monumento, cuyo presupuesto supera los 811.000 euros y cuya principal finalidad es hacer frente a las humedades que hacen peligrar los cimientos de esta obra de arte arquitectónica.
El alcalde de Toledo, José Manuel Molina, dio a conocer ayer, en la misma mezquita, estos trabajos de rehabilitación y estuvo acompañado por los representantes del Consorcio, el párroco de San Nicolás -a cuya iglesia pertenece la mezquita-, el decano de la facultad de Humanidades, Ricardo Izquierdo, el arquitecto responsable de la rehabilitación, Francisco Jurado y los arqueólogos Raúl Arribas y Arturo Ruiz.
Para Molina, que es también el presidente del Consorcio, la mezquita -que data del año 999- es un ejemplo de tolerancia, "ejemplo visual de que nuestra ciudad respetó durante siglos las tres culturas". Hay que tener en cuenta que el ábside es cristiano, construido con posterioridad al templo árabe.
Tras haberse realizado hace unos años unas obras que consistieron en recuperar la cubierta plana del edificio, ahora los trabajos intentarán resolver el problema de humedades que sufre la mezquita por las corrientes de agua subterránea que pasan por esta zona.
Durante el tiempo que durarán las obras, la mezquita seguirá abierta al público, siempre y cuando no se interrumpa el trabajo y el acceso sea seguro. Además, los alumnos de la Facultad de Humanidades tendrán la posibilidad de realizar prácticas en el edificio, sin necesidad de salir de la ciudad, según recalcó el decano, Ricardo Izquierdo.
Los trabajos se han dividido en dos fases. En primer lugar se harán excavaciones arqueológicas -que se prolongarán unos ocho meses- y que estarán dirigidas por los arqueólogos Arturo Ruiz Taboada y Raúl Arribas Domínguez. Su finalidad es el conocimiento histórico arqueológico del monumento y de su subsuelo así como la restauración del edificio.
La actuación arqueológica dará comienzo con la delimitación en la superficie de las áreas de intervención y se han establecido tres fases. La primera se hará en la parte septentrional de la mezquita, al norte del edificio y al oeste del muro de cerramiento con la calle. La segunda fase de la excavación tendrá lugar en la zona perimetral inmediata a los muros del edificio del Cristo de la Luz. Y la tercera corresponde al subsuelo de la mezquita y se comenzará por el presbiterio y el transepto del inmueble.
En el trabajo de laboratorio está previsto el lavado, siglado y estudio del material encontrado en la zona y posterior traslado al Museo de Santa Cruz.
La segunda parte de la obra consiste en la intervención arquitectónica, cuya dirección llevará a cabo Francisco Jurado Jiménez. Se trata de excavar el subsuelo del recinto y construir una "cámara bufa" en todo su alrededor para atajar el problema de las humedades.
Con esta operación se pretende desviar toda el agua de la escorrentería inferior sobre la roca, que ahora se remansa sobre las fundaciones del edificio, hasta la cercana cloaca romana. Después está previsto consolidar las fábricas de dichas fundaciones inyectando, sencillamente, cales hidráulicas, para finalmente crear unos espacios ventilados, según el arquitecto, "el modo más efectivo para evaporar la humedad que por capilaridad absorben muros y pavimentos, que permitirán incluso la visita de los restos arqueológicos si éstos tienen entidad".
Hace ya más de diez años que se realizó una intervención similar en el subsuelo de la Sinagoga de Santa María la Blanca, también en Toledo, "eliminando radicalmente el gravísimo problema de humedades que padecía", asegura Francisco Jurado, quien asegura que en las fábricas de ladrillos, además de fisuras y grietas debidas a problemas estructurales, las humedades que salen desde el interior de los muros hasta evaporarse en el ambiente exterior destrozan literalmente las cerámicas, llegando a pulverizarlas.
La actuación también prevé la restauración de las bóvedas, que sufren importantes fracturas; la limpieza de la inscripción original, donde se aprecian costras de suciedad, deshojamientos de láminas de cerámica y la degradación de rejuntados; y la limpieza de las yeserías originales.
Además, siempre que no sea lesivo para las fábricas existentes, se eliminarán aquellos revestimientos a base de cemento y aquellos guarnecidos de mortero de yeso que no sean originales.
En definitiva, un lavado de cara profundo -o habría que decir, secado- para uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad.
[Fuente: ABC.es]
No hay comentarios:
Publicar un comentario