A propuesta del geólogo malagueño Juan Carlos Romero Silva y de otros amigos de las ciencias, se inicia una campaña de promoción de este conjunto industrial como espacio para albegar un futuro museo de las ciencias para la provincia de Málaga. Un espacio destinado a dar a conocer el enorme patrimonio geológico y minero, botánico, y arqueológico-industrial que atesora la provincia de Málaga; patrimonio que, a día de hoy, no dispone de un lugar apropiado para su conocimiento y difusión a lo que cabe añadir el estado de decadencia que afecta a tan importante edificio y que se espera frenar con esta iniciativa.
Tras el establecimiento durante el siglo XVIII de importantes Fábricas Reales en Málaga como la de Hojalata de San Miguel, en Júzcar, en 1727, la de Naipes de Macharaviaya, en 1776, y la de Lana en Antequera, será en el primer tercio del siglo XIX cuando puede empezar a hablarse propiamente del desarrollo industrial de la ciudad de Málaga, con el puerto y, posteriormente, el ferrocarril, como elementos dinamizadores y con las figuras Heredia y Larios como protagonistas.
Lo que se conoce como la anticipación andaluza a la moderna siderurgia nacional tendrá, en primer lugar, como protagonistas las ferrerías de río Verde, en Marbella, y, posteriormente, las de Málaga, a las que se unen el desarrollo industrial de un potente sector textil y la mejora de equipamientos y tecnología de la industria azucarera. Este desarrollo logra convertir a Málaga, en el segundo tercio del siglo XIX, en la segunda provincia industrial peninsular, por detrás de Barcelona.
En el último tercio del siglo XIX la industrial malagueña entrará en crisis desembocando en la liquidación del sector siderúrgico y el decaimiento del textil, todo ello agravado por la irrupción de la filoxera. La orientación hacia sectores como el agroalimentario, la metalurgia o la industria química y el mantenimiento del textil propiciarán una recuperación en las primeras décadas del siglo XX hasta el inicio de la guerra del año 1936, del cual la fábrica de El Tarajal permanece como testigo de la industria azucarera, entre 1930 y 1939, y de la industria del corcho, en 1939 y para la que se pretende recuperar su uso operativo, ya en el siglo XXI, como futuro museo de las ciencias de la provincia de Málaga.
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[Fuente: Iluana]
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