"Sí, fui yo quien robó el libro", reconoció Castiñeiras, quien fijó el día y la hora del robo a principios de julio de 2011 y "sobre las 12 de la mañana". "Hoy estaba inquieto, nervioso, se le veía intranquilo y finalmente ha confesado", explicaron fuentes de la investigación.
Este exempleado de la Catedral de Santiago de Compostela ha estado negando este hecho durante meses. De hecho, los agentes mantuvieron varios encuentros informales con él en los que llegaron a pedirle que devolviese la obra. Ahora no podía seguir "ocultándolo" después de que la obra fuese recuperada y de que los investigadores comprobasen que había comprado varias viviendas con dinero en efectivo.
Durante los registros también fueron encontradas otras obras y enseres que el acusado había sustraído de la catedral en los últimos años.
"No lo sé, no me acuerdo", así es como ha estado respondiendo todo este tiempo el principal sospechoso tanto al juez como a la Policía, según desveló este jueves el jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), Serafín Castro. Cuando se le preguntaba si había sido él, se limitaba a bajar la cabeza y a no contestar, y solo fue más allá en una ocasión después de que le dijesen "Manolo, que a ver si van a quemar el Códice". El respondió "no, no está quemado".
A partir de ese momento, la investigación se centró en él, descartándose a una treintena de sospechosos entre empleados de la catedral, trabajadoras de la limpieza y personal que pudieran acceder a esta joya histórica. Incluso se llegó a detener a otro individuo que aseguraba tener el libro pero que se demostró más tarde que "desvariaba", según la Policía.
La diferencia, explicó el jefe de la UDEV, es que Fernández tenía un motivación: su despido después de 25 años trabajando como electricista autónomo para la catedral. "Le traicionó el subconsciente", añadió.
Fernández Castiñeiras sufrió un ictus (accidente o infarto cerebrovascular) hace 7 años, y estaba percibiendo una pequeña paga. Sus allegados dicen que solía asistir a misa en la catedral, frecuentar las cafeterías y dedicarse a los cuidados de un pequeño huerto.
El garaje-trastero en el que el presunto ladrón dejó arrumbado el códice donde indica la flecha [Foto: Policía Nacional] |
"Ahora me lo explico -recapacita este vecino mientras espera la salida del Códice-, este garaje es el único que tenía puerta". Y es que en este barrio coruñés todos conocían la vida de Manuel Fernández Castiñeiras y su mujer. Un matrimonio mayor que nunca se separaba, según ha podido saber ABC, sobre todo desde que hace unos meses el presunto ladrón sufriese un ictus que afectó a su movilidad y lo obligó a usar bastón.
"Era un hombre callado y tranquilo", coinciden quienes se lo encontraban todas las mañanas haciendo la compra en un supermercado de la zona o de camino a una huerta que tenía muy cerca de su vivienda y en la que "hasta hace poco lo vimos recogiendo lechugas". "Allí -especula un conocido- tiene una caseta en la que igual también tenía algo escondido".
Durante la inspección de la cochera, en la que participaron algunos vecinos del bloque como testigos, se encontraron dos bandejas de plata y cuatro libros con los bordes dorados. "Casi se van con las manos vacías porque un agente metió el brazo y solo sacó cemento, pero el juez insistió en que mirase mejor y ahí estaba el Códice, envuelto en una bolsa de plástico. Según dijo el juez, llevaba ocho años preparando este robo", detalló un testigo de la inspección a ABC pocos minutos después. Otro de los conocidos del electricista de la Catedral, que también participó en el hallazgo, comentaba emocionado que "lo había tocado".
En la calle, centenares de personas se agolpaban ante el edificio de la calle Cruxa esperando ansiosos la salida del Códice. Un despliegue policial inusitado y una nube de periodistas confirmaban la trascendencia del hallazgo en una localidad de poco más de 40.000 habitantes. "Todavía no me puedo creer que lo tuviésemos tan cerca", comentaba una joven que vive en el edificio de enfrente.
Aunque si alguien puede decir que convivió durante un año con el libro santo es el dueño de la cafetería que está pared con pared con el garaje del detenido. "Ahí, detrás de ese panel, estaba escondido el Códice", comentaba desconcertado. "Hace días me llamó la atención que hubiese coches de la policía secreta pasando por aquí por la noche, pero nunca me imaginé algo así", confiesa.
Otros convecinos, sin embargo, sí notaron un cambio en la actitud del presunto ladrón en los últimos días, probablemente, debido a la presión a la que estaba sometido. "Esta semana lo vimos un poco raro pero quién se iba a esperar algo así", murmuraban atónitos mientras la Policía se preparaba para el traslado del libro santo a la capital gallega.
A las 16.49 horas de la tarde de ayer, cinco vehículos policiales abandonaban el escondite mientras los vecinos despedían al Códice entre aplausos. "Lo echaremos de menos", bromeaban sin dejar de jalear. Después, y con las puertas del garaje todavía levantadas, los curiosos no dudaron en acceder al edificio para fotografiarse con la puerta que guardó uno de los secretos más sonados de la historia de Galicia. Incluso llegó a formarse una pequeña cola para retratarse con el portón. "Nunca vamos a estar más cerca de él", aseguraban.
Por su parte, el deán de la Catedral confesó que tenía "certeza absoluta de la persona que lo había sustraído".
[Fuente: 20minutos y ABC]
2 comentarios:
de todas maneras me alegro que aparezca el códice, así lo podemos ver todos!
Un saludo para el blog!
Es increíble las cosas que pasan últimamente.
Me alegro que se haya encontrado el Códice.
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