La restauración de los cuadros de Goya sobre el 2 y el 3 de mayo de 1808 'ha iluminado realmente la profundidad del drama que hay dentro de la creación de ambos lienzos', ha destacado hoy la subdirectora del Museo del Prado y experta en el pintor, Manuela Mena. Ambas pinturas, 'Los fusilamientos del 3 de mayo en la montaña del Príncipe Pío' y 'El 2 de mayo o la carga de los mamelucos', que Goya pintó en un momento cumbre de su vida, serán el núcleo central de la exposición 'Goya y los años de la guerra' que servirá esta primavera -del 14 de abril al 13 de julio- para conmemorar el bicentenario de la Guerra de la Independencia.
Mena afirmó que 'la restauración y limpieza ha sido fácil', dado que los cuadros estaban en un estado de conservación 'admirable' y que, al quitarles la capa amarillenta del barniz oxidado por el paso del tiempo, ha aparecido 'una claridad y una transparencia que dejan apreciar cada pequeño lugar como todo un océano de fuerzas', expresó. El trabajo lo llevan a cabo varios restauradores del museo dirigidos por la responsable de Restauración del Prado, Pilar Sedano.
El trabajo sobre el lienzo 'El 2 de mayo' que estuvo a cargo de Elisa Mora, ha sido el más complicado por los daños que sufrió durante uno de sus traslados en el curso de la Guerra Civil con un accidente en Benicarló cuando escapaba de los bombardeos nacionales en un camión, y en el de los fusilamientos trabajan actualmente Enrique Quintana y Clara Quintanilla. 'Cuando el lienzo dañado se restauró en los años 40, Arpe, el restaurador que lo acompañó en Ginebra -donde acabó finalmente tras pasar por Valencia y Barcelona-, trajo novedades avanzadas y se decidió dejar una tinta neutra para no interferir en la composición, porque además no tenían los medios de ahora, y 'fue la mejor solución', contó Mena. Pero luego la tinta no era tan neutra y su tonalidad roja entraba en conflicto con los rojos de Goya. Por eso, según el trabajo fue avanzando, se estudió la posible reconstrucción en la zona dañada para las pérdidas de pintura, lo que se hizo a base de retoques o reintegración, ya que el original nunca se repinta. Eso se hacía antes, cuando estas tareas estaban en manos de pintores que interpretaban la obra, pero el restaurador moderno 'no pone en su pincel ni una brizna de pintura', subrayó la subdirectora.
Y tras la reconstrucción, en 'La carga de los mamelucos' han aparecido, por ejemplo, la cara de un niño en la esquina izquierda y una daga que no se veía, lo que confundía la mirada al conjunto del lienzo. 'Ahora vemos toda la escena tal como Goya la pensó, y todo en la composición surge de una violencia que entra como un cañonazo, de izquierda a derecha, hacia el fuego, el humo y los cañones', señala Quintana sobre ese cuadro. 'Y vemos realmente -explica-, pues se va encerrando la visión para ser conducida hacia el centro, que es adonde Goya quería llevarnos con la mirada, hasta que nada te distrae y ves el horror'. Todo esto se ha logrado gracias a fotografías antiguas que el museo conserva del cuadro y que se han ampliado utilizando las nuevas técnicas de ordenadores. 'El restaurador moderno se propone devolver para el espectador la mirada que buscaba el artista, pero también que, al aproximarse a la pintura, se aprecie el rayado de las zonas donde ha habido actuación', aclara Quintana de su trabajo.
Manuela Mena dijo que ante la importancia de la efeméride de 1808, el Museo del Prado decidió coordinarla con la restauración de ambos lienzos, una necesidad en la que se pensaba desde hace años y que fue estudiada a fondo por expertos internacionales en un simposio el año 2000. El estudio, profundo y contrastado, obtuvo el visto bueno del patronato, y se decidió no perder tiempo para que estos dos cuadros 'la mas lúcida reflexión sobre la violencia' y que todo el que viene al Prado quiere ver, estuvieran fuera de su sitio el mínimo tiempo indispensable. Ante ambas composiciones, Mena comentó que siempre le impacta ver cómo 'los caballos, los seres irracionales, nos dirigen la mirada inteligente diciendo ¡cómo es posible que esta barbarie se produzca entre seres humanos!'. Algo que sabemos que Goya pensó desde el principio, dijo, porque las radiografías no revelan cambios de intención.
Mena es la comisaria de la exposición conmemorativa de 1808 que reunirá 200 obras, de ellas un centenar de pinturas, dibujos y estampas, y que irá más allá de la guerra -en la idea de restañar heridas históricas- para mostrar al Goya que en 1793 se queda sordo, suelta su pincel 'y se convierte en un artista actual que investiga al ser humano'.
[Fuente: Agencia EFE]
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